Vídeo de la ronda final del Campeonato Europeo de Poetry Slam, en Budapest (2018).
El poder es la capacidad de un determinado grupo para imponer su verdad.
El poder es la capacidad de un determinado grupo para imponer.
El poder es la capacidad de un determinado grupo.
El poder es la capacidad.
El poder es.
El poder.
Él.
Pero ha madurado la mentira,
tanto,
que se pudrió.
Reconozcámonos, pues, gusanos
descomponiendo
la implacable narrativa que nos cuenta nuestras vidas
dibujadas desde arriba.
Romperemos cada palabra que nos cuent -en
para mirar detrás,
porque leer la vida como la cuent -an,
confiando
en la narración omnisciente del sistema
era más fácil, sí,
era más cómodo,
era muchísimo menos engorroso;
pero ha madurado la mentira,
ahora sabemos que es podredumbre,
que apesta a incierto el alcance
de este poder vuestro,
que el olor a muerte penetra
cada fibra, cada almohada,
los poros de cualquier periódico.
No es post-verdad, es mentira,
es mentira,
es mentira,
es mentira:
es violación, no abuso;
es violencia, no proporcionalidad;
es democracia, no sedición;
es idealismo, no terrorismo;
es debate, no incitación al odio;
es expresión, no crimen;
no es crisis, es estafa.
¡Devolvednos las palabras!
Es que el Estado en vuestras manos haya dejado de cuidarnos,
para dejarnos
de lado, alimentando en lugar de controlar
al kamikaze imparable del mercado.
La soberanía era nuestra;
sois nuestros mandados.
Por qué
cómo
quién
cuándo
dejamos que que nos adormecierais
de puro cansancio
con cuentos de más:
más productivo, más formado, más guapísima, más bronceado, más gimnasio, más terapia, más flexibles, más móviles, más tú, más tú, más uno,
+1+1+1+1+1+1+1+1+1+1+1...
¡Ah! Y no olvidemos los 0.
Es un sistema
binario:
hay quienes sí pueden ser uno,
hay quienes no pueden ser nada.
Y así nos separan:
+1+1+0+1+0+1+0+1+0...
Ese
es el truco:
¡se tarda tanto en sumar ceros y unos!
Y así dejamos
de ser pueblo.
Si es que alguna vez fuimos pueblo.
(Confundo recuerdo con sueño.)
Pero aunque nuestro cerebro
proteste ante la incerteza
y aunque nuestra empatía
siga así de pequeñita
y aunque nuestra atención
no sea Sol, sino estrellas...
sí huele a vida el encuentro.
Maduró la mentira podrida.
Se quedan pequeños los unos,
se quedan pequeños los ceros,
y sumaremos hasta que no puedan contarnos
cuentos,
porque las palabras eran como el Estado,
porque las palabras eran como la vida:
nuestra,
com -partida.
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