Hace doscientos cuatro años Robert Owen se horrorizó de que los obreros trabajaran jornadas de dieciocho horas y propuso la actual / actual \ actual jornada de 8 horas: 8 horas para trabajar / 8 horas para dormir \ 8 horas para el ocio. Su propuesta se aprobaría en España ciento dos años después, hace ciento dos años, tras 44 días de huelga de la CNT. Hoy tenemos aquí a Caroline Dale, esposa de Robert Owen, madre de sus 8 hijos e hijas. Güelcome, Caroline. Thank you. Caroline, guat du yu think abaut thous eight hauers for ricrieishon? ‘Well, so much depends upon una esposa-Sísifo levantando la vida por las cuestas de la alimentación y la higiene para encontrarse, nuevamente, empty stomachs and dirty underwear, crying babies and smelly bed sheets.’ Vaya. Yes. El triángulo perfecto era just for men: nosotras, a cambio de love and protection no contábamos horas de trabajo para que nuestros husbands pudieran tener eight hours labour / eight hours rest \ eight hours recreation. I am a wife and a mother. Taking care of my eight children is an act of love. There’s no work involved. It is not political. It is not political. It is not political. Según un estudio alemán de 2014 las horas de sueño son directamente proporcionales a la clase social. Porque hay quien sí puede comprar el cuidado. Porque el dinero permite (igual que antes estar casado) saltarse el cuarto lado del triángulo. Pero escuchemos las conclusiones de la Encuesta Nacional de Salud en España de 2017: “Todos los indicadores de morbilidad neuropsiquiátrica en adultos mostraron un gradiente según la posición socioeconómica, más profundo en mujeres. Esta mayor morbilidad en mujeres y en las clases bajas se refleja perfectamente en el consumo de psicofármacos pero no así en el uso y acceso a los servicios de salud mental.” Si ya hace 16 años que el suicidio mata más que los accidentes de tráfico y por todas partes hay señales y radares para que no se te ocurra ir a más de ciento veinte kilómetros por hora / hora \ hora; ¿a qué esperamos para corregir el error de cálculo que obvió que existe el trabajo de cuidados, ese cuarto lado del triángulo? Dejemos de decir “és que no m’ho atrapo”, de buscar individualmente la causa del cansancio: lo llaman “conciliación” como si la vida y el trabajo estuvieran ligeramente enfadados pero la maestra pudiera llevarlos a un rincón tranquilo del patio donde decirse “Perdón” y estrecharse las manos. Dejémonos de fantasías de “necesito días de veinticinco..., no, mejor ¡de treinta horas!”, porque ojalá el mercado nunca pueda decidir la duración de la rotación de la Tierra. Mirémonos a los ojos en los pasillos del metro en hora punta: no somos la secuela de the walking dead sino de los cálculos de hombres que no hacían nada en casa. No puede ser equilátero porque nunca | nunca | nunca | nunca fue triángulo. Imaginemos qué posibles nos han estado esperando al otro lado de este cansancio. Entendamos por fin las matemáticas de cuidar de la vida y de vivirla: 8 horas para soñar durmiendo dejan 16 para, despiertas, repartir entre los trabajos del dinero y de la vida y ese tan necesario rascarnos la barriga y lo que nos salga del cuadrilátero.
Eres genial y todavía no lo sabes. Besos y feliz San Valentín. María Luisa
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